jueves, 7 de junio de 2007

...o lo otro

No estaría completo mi homenaje a O lo uno o lo otro sin una cita de la segunda parte del libro, que es la respuesta del Juez Vilhelm al esteta A, al que le reprocha su falta de compromiso con la existencia.

¿No sabes acaso que llegada la medianoche todos deben arrojar la máscara, crees que uno siempre se puede burlar de la vida, crees que te puedes deslizar antes de las doce a fin de evitarlo? ¿O te espanta eso? He visto en la vida gente que engañaba a tal punto a los otros que su verdadera naturaleza ya no se podía manifestar; he visto gente que se ocultaba hasta que su desvarío imponía finalmente a los demás sus pensamientos escondidos, y de un modo tanto más repugnante cuanto que, hasta entonces, los había ocultado orgullosamente. ¿Puedes imaginarte algo más terrible que ver, al final, descomponerse tu naturaleza en una multitud de elementos, volverte múltiple, una Legión, como esos desgraciados seres demoníacos y perder así lo más íntimo y lo más sagrado de un hombre: la potencia constrictora de la personalidad? En verdad, no deberías tomar a broma lo que no es sólo grave, sino también horrible. Hay en todo hombre algo que, en cierto modo, le impide ser transparente para sí mismo; y puede serlo en tal grado, puede ser tan inexplicablemente introducido en su vida en circunstancias que se encuentran más allá de sí mismo, que el hombre apenas pueda manifestarse; pero el que no puede manifestarse no puede amar, y el que no puede amar es el más desgraciado. ¡Y tú haces lo mismo por espíritu de broma, te ejercitas en el arte de volverte enigmático para todos! Mi joven amigo, supón que nadie se preocupe de adivinar tu enigma. ¿Qué placer podría eso procurarte? Pero ante todo, en tu propio interés, por tu salvación (pues no conozco ningún estado de alma al cual mejor se pueda aplicar el término perdición) detén esa derrota, esa pasión de aniquilamiento que estalla en ti; pues eso es lo que quieres, quieres aniquilarlo todo, quieres saciar el hambre de duda que alienta en ti acerca de la existencia. Con ese fin te formas, fortaleces tu espíritu; pues no titubeas en confesar que para nada sirves; sólo una cosa te causa placer: dar vuelta alrededor de la existencia durante siete días tocando la trompeta y luego dejar que todo se derrumbe, para que tu alma pueda calmarse, sí, volverse triste, para que puedas engendrar el eco; pues el eco sólo se oye en el vacío.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias, increíble reflexión. Totalmente verdadera.